Políticamente Incorrecto
Roberto Camps
Los resultados de la elección del pasado dos de junio en Guerrero no se pueden explicar solamente por cuestiones de la política.
Decir que fue un proceso electoral normal, sería ingenuo e implicaría no reconocer la compleja realidad del estado.
Si bien el domingo de la votación transcurrió sin mayores incidentes en las urnas, no fue así en algunas regiones, donde los operadores políticos de algunos candidatos fuero intimidados de muchas formas. Esto también ocurrió en las semanas previas.
Muchos candidatos fueron hostigados o amenazados y se bajaron de la contienda, algunos abandonaron sus municipios, y miembros de sus equipos fueron asesinados. El crimen de José Alfredo Cabrera en Coyuca de Benítez expresó en toda su magnitud el drama que rodeó a las campañas.
Guerrero fue el estado donde hubo mayor riesgo para hacer campañas. De acuerdo con El Universal, en el estado un total de 16 personas relacionadas con el proceso electoral fueron asesinadas, cinco salieron con vida de ataques a balazos, mientras qie ocho más suspendieron sus actividades por amenazas.
En tanto que la consultora Integralia reporta 105 personas que fueron víctimas de violencia política en 26 municipios de la entidad.
“Asesinatos, asesinatos con armas de fuego, amenazas, secuestros, desapariciones y otras formas de violencias de alto impacto en contra de funcionarios, ex funcionarios, políticos o ex políticos, aspirantes o candidatos, familiares de dichos actores o víctimas colaterales”, son detallados en el catálogo violencia política de Integralia.
¿En qué grado contribuyó el crimen organizado para los triunfos electorales de esta contienda?, no lo sé, y tampoco tengo expectativas de que las autoridades contesten esta pregunta.
Lo cierto es que muchos triunfos están manchados, y lo verdaderamente preocupante de estas alianzas perniciosas, es lo que sigue.
Si se mantiene esta colusión de intereses entre los poderes fácticos y el poder político, no habrá estrategia de seguridad ni esfuerzo de construcción de paz que funcione.
Ernesto Buscaglia, explica en su libro Vacíos de Poder, la necesidad de que todas las instituciones funcionen de manera virtuosa, así las policías preventivas, la readaptación social, las fiscalías y los jueces, darían buenos resultados.
Pero lo más fácil es hacer como que nada ocurre, dejar hacer y dejar pasar, con toda la carga de violencia e injusticia que eso significa.