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2027: Las alianzas

2027: Las alianzas

Celestino Cesáreo Guzmán

En México, y particularmente en Guerrero, la política ha entrado en una etapa de definiciones. Los viejos antagonismos comienzan a dar paso a una realidad más compleja, donde el aislamiento político ya no es una opción. En tiempos de polarización y desafíos económicos y sociales profundos, las alianzas dejan de ser un acto de conveniencia para convertirse en una necesidad para Guerrero y para el país.

Los próximos meses serán terreno fértil para el diálogo, los acercamientos y la construcción de puentes entre actores políticos y partidos que, con madurez, reconozcan que nadie puede reconstruir a Guerrero solo.

Guerrero necesita un plan para salir de la lista de todo lo malo y encaminarse en la ruta de todo lo bueno. Aunque algunos verán estos pactos como oportunistas, también puede leerse de otro modo: la búsqueda de coincidencias que permitan gobernabilidad, estabilidad, seguridad, progreso, oportunidades y desarrollo. Una alianza que mire a la gente y no al poder siempre encontrará camino.

Las alianzas políticas, bien entendidas, no deben nacer del cálculo inmediato, sino de una visión compartida de futuro. Cuando se basan en causas comunes —el desarrollo regional, la justicia social, la educación, la reconstrucción del tejido institucional— se convierten en herramientas legítimas para avanzar en lo que realmente importa: el bienestar colectivo.

En Guerrero, esa conversación cobra un sentido especial. Las elecciones de 2027 ya asoman como una oportunidad para que los liderazgos locales y nacionales demuestren que es posible sumar sin renunciar a los principios; que el adversario de ayer puede ser, en un nuevo contexto, un aliado para la reconstrucción del estado. Porque la política también evoluciona, y con ella los acuerdos que dan sentido a la democracia.

La pregunta, más que incómoda, es estratégica: ¿cómo construir alianzas que fortalezcan al pueblo y no solo a los partidos? ¿Cómo hacer que los pactos sean una suma de fuerzas y no un reparto de cuotas? México —y Guerrero en particular— necesita acuerdos amplios, inteligentes, con raíces éticas y visión social. Pactos que convoquen, no que dividan; que edifiquen, no que destruyan. Que no solo busquen votos, sino un mejor destino.

La política, cuando se ejerce con visión, es arte de consensos. Y en los tiempos que vienen, las alianzas pueden ser el punto de partida para una nueva etapa de madurez democrática. No se trata de olvidar las diferencias, sino de encontrar en ellas un punto de encuentro. Buscar la unidad siempre será más difícil que dividir, pero vale el intento.

En la ruta hacia 2027, el desafío no será solo electoral, sino histórico: transformar las alianzas en proyectos con rumbo, con propósito y con sentido de comunidad. Porque quien sabe pactar una buena alianza sabrá gobernar; con una alianza donde no se borren las diferencias, sino que se alineen a un propósito común: gana la política, gana la democracia y gana el pueblo. Veremos.

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