A dos años de Otis en Acapulco, la vida cambió
*Hubo quienes perdieron a sus seres queridos
*Otros su patrimonio se lo llevó aquella madrugada
Interacción
Acapulco, Gro. – A dos años del huracán Otis, en las colonias, casas, negocios, y hoteles ya nada volvió a ser igual, incluso las secuelas de los vientos que azotaron el puerto dejaron huella.
A muchos la vida les cambió radicalmente, pues perdieron a sus seres queridos, sus carros, viviendas, todas sus pertenencias, aquella aciaga noche del 24 y madrugada del 25 de octubre del 2023.
Con lágrimas en los ojos, Inés es una mujer de 72 años de edad que tiene amargos recuerdos del huracán Otis, hace dos años murió su esposo y quedó viuda, dos árboles cayeron en su casa, quedó desamparada.
El caso de Inés, es como el de muchos acapulqueños al que el devastador huracán Otis, categoría 5 en la escala Saffir Simpson y vientos de más de 300 kilómetros por hora.
Habitante de la colonia Alta Puerto Marqués, Inés, se enfrenta sola a la vida, dice que no tiene pensión y que lo poco que entregó el gobierno le ayudó a recuperar algo de su humilde vivienda.
Desde el huracán Otis, dice, “ya no hemos vendido, a veces no tenemos ni para comer, ha sido muy difícil”, señala con los ojos humedecidos, y sus manos morenas curtidas por el sol.
Mientras tanto, Luz María, vive en la colonia Libertad, zona suburbana de Acapulco, y considerada como zona de alto riesgo, donde al menos otras 50 viviendas ya no son habitadas por sus dueños.
Aunque en ese caso, las viviendas, son utilizadas como casas de seguridad por un grupo de presuntos delincuentes, de acuerdo con lo mencionado por los mismos colonos.
“Para allá arriba, no suba, no es muy seguro. Están los chamacos, y cuando ven a alguien extraño los agarran, por eso ya casi nadie viene para esta zona de la colonia y además, pues está considerada de alto riesgo”, explica Luz María, una mujer de 67 años de edad.
-No me estás grabando, ¿verdad? cuestiona, antes de seguir platicando con el camarógrafo
-No, solo la estoy escuchando, le responde.
“Bueno, pues de aquí nos vamos a ir unas 50 familias, porque ya no podemos ni debemos vivir aquí. El huracán Otis dejó muchos daños, pero el huracán John, acabó con todo.
“Aquí hay muchas casas que ya están abandonadas, sus dueños se fueron a rentar o a vivir con familiares, ahora están solas, pero ahí viven los chamacos (así les dicen a los que integran células o grupos delictivos)” dice.
Mientras tanto, a Juan Carlos, un taxista veterano del volante, las ráfagas del viento del huracán Otis, provocó que cayera un árbol a la mitad de su entonces poderoso Sentra 2014.
Desde entonces trabaja en donde le permiten “posturas”, es decir un día de trabajo y no hay nada fijo.
“Pues aquí andamos, lo bueno es que todos en casa estamos bien. Lo material como sea se puede recuperar con el tiempo”, dice Juan Carlos, quien dice que espera en unos meses recuperarse para comprar nuevamente un vehículo para seguir brindando el servicio al público.
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