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Greenpeace demanda justicia climática para Acapulco ante daños por empresas fósiles

Greenpeace demanda justicia climática para Acapulco ante daños por empresas fósiles

Acapulco, Gro., 4 de noviembre de 2025

Un grupo de activistas de Greenpeace México escaló este martes una estructura en la capital del país y desplegó una enorme lona con la leyenda “Las empresas fósiles nos deben 177 mil millones de pesos”, en referencia a los daños provocados por el cambio climático, especialmente visibles en el puerto de Acapulco.

La protesta simbólica busca exigir justicia climática y que las corporaciones responsables de la emisión de gases de efecto invernadero —como Petróleos Mexicanos (Pemex)— asuman los costos de los desastres ambientales y no la población. “Estos son los daños que las empresas nos deben; la justicia climática tiene que existir, porque hay una deuda y hay que cobrarla”, expresó la activista Viridiana Lázaro, integrante de Greenpeace, al explicar que la cifra representa las pérdidas acumuladas por fenómenos meteorológicos extremos ocurridos en México durante la última década.

De acuerdo con la organización ambientalista, desde la firma del Acuerdo de París en 2015, el país ha sufrido un incremento sostenido de olas de calor, sequías e incendios forestales —tan solo en 2025 se ha registrado un aumento del 30% en la superficie afectada por incendios—, mientras que los impactos más severos se concentran en estados costeros como Guerrero.

Antecedentes del cambio climático en Acapulco

El puerto de Acapulco ha sido escenario de algunos de los episodios más devastadores vinculados al cambio climático en México. En 2013, los huracanes Ingrid y Manuel provocaron lluvias históricas y deslaves que aislaron la ciudad durante días. En 1997, el huracán Pauline dejó más de 200 muertos y miles de damnificados, marcando un punto de inflexión en la política de protección civil. Más recientemente, el huracán Otis (2023) y el huracán John (2024) destruyeron infraestructura turística, redes eléctricas y viviendas en la zona costera, revelando la vulnerabilidad de Acapulco ante fenómenos meteorológicos intensificados por el calentamiento global.

Los especialistas han advertido que el incremento de la temperatura superficial del mar, el crecimiento urbano desordenado y la pérdida de manglares han amplificado el riesgo de inundaciones y tormentas cada vez más severas. Estas condiciones han convertido a Acapulco en un símbolo de la crisis climática nacional, donde los efectos ambientales se entrelazan con problemas sociales y económicos.

Un llamado a la acción

Greenpeace insistió en que “no es falta de soluciones, sino de voluntad política”. La organización demanda que el gobierno federal y las corporaciones energéticas asuman compromisos reales de mitigación, impulsen la transición hacia energías limpias y establezcan un fondo de reparación ambiental.

En su sitio oficial, Greenpeace lanzó una campaña digital que ya suma más de 20 mil firmas de las 30 mil necesarias para solicitar formalmente al Gobierno de México que tome medidas urgentes ante la emergencia climática y reconozca el derecho de las comunidades más afectadas —como Acapulco— a la justicia ambiental y social.

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