25/01/2025

El futuro ya nos alcanzó

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El futuro ya nos alcanzó

Políticamente Incorrecto

Roberto Camps

El futuro ya nos alcanzó: el cambio climático no es un problema del mañana como quizás muchos creíamos; ya está aquí, alterando nuestro presente y afectando nuestras vidas.

A la destrucción que dejó Otis en Acapulco, hay que agregar la pérdida de 127 mil hectáreas consumidas por  el fuego, además de las tres olas de calor que azotan a país. Lo que prefigura un escenario ambiental muy complicado para Guerrero.

El calor extremo también tiene un impacto directo en la salud. Las olas de calor, cada vez más frecuentes y severas, son una amenaza.

En Guerrero, ya se han registrado 15 víctimas de golpes de calor, y esta cifra puede aumentar a medida que las temperaturas suban. Esto no es sólo un problema de cifras y estadísticas; es un problema de gobierno.

Las altas temperaturas y las sequías prolongadas son otro flagelo exacerbado por el cambio climático. Estas condiciones crean un entorno perfecto para los incendios forestales, que no solo destruyen nuestra flora y fauna, sino que también ponen en riesgo la vida humana y afectan profundamente nuestra calidad de vida.

Las alertas de las autoridades federales y estatales sobre la intensidad de los huracanes en esta temporada generan inquietud, no podría ser de otra manera después del paso de Otis.

Con hasta 18 ciclones pronosticados, estos fenómenos meteorológicos destruyen hogares, quitan vidas y ocasionan zozobra.

A seis meses del paso de Otis, y ante la pérdida de miles de árboles por la temporada de incendios forestales, no hemos visto que el programa Sembrando Vida sea una alternativa para resarcir el desastre ecológico.

Perder miles de árboles y especies animales es un duro golpe a nuestro ecosistema y nuestra capacidad de resistencia frente a los desastres naturales.

La falta de recursos y la capacidad limitada para combatir estos incendios agravan la situación: el presupuesto de la Conafor ha tenido reducciones cada año: entre 2019 y 2024, la CONAFOR ha disminuido su presupuesto en un 25.09%.

A ello le debemos agregar que de 2016 a 2018, la Comisión tuvo un recorte presupuestal del 52.42%.

Las lluvias intensas y los cambios en los patrones de precipitación son otro recordatorio de los que viene. Y la pregunta inevitable es: ¿estamos preparados para salir avantes?

En Guerrero, se esperan lluvias similares a las de «Ingrid» y «Manuel,» eventos que dejaron una marca indeleble en nuestra memoria colectiva y exhibieron fallas en la planeación urbana.

Las inundaciones y los deslizamientos de tierra son desastres naturales que ya nos han pasado factura.

Al empuje de tragedias como Pauline y Otis, hemos desarrollado un sistema de protección civil que a decir verdad es insuficiente, porque carece de los equipos, instrumentos y recursos necesarios. Las unidades de Protección Civil en los municipios son débiles. Así, es difícil exigirles coordinación con los órdenes de gobierno.

La reducción del presupuesto de CONAFOR y la capacidad limitada de respuesta ante desastres naturales agravan el impacto de los fenómenos climáticos. La disminución continua del presupuesto desde sexenios anteriores implica una menor capacidad de respuesta y recuperación.

Ante este panorama, la necesidad de una respuesta institucional robusta y una gestión eficiente de recursos es más urgente que nunca.

Es imperativo que nuestras instituciones estén preparadas y que nuestra población esté informada y capacitada para enfrentar estos desafíos. La instalación del Consejo Estatal de Protección Civil y su declaración en sesión permanente por parte de la gobernadora Evelyn Salgado es un paso en la dirección correcta, pero no es suficiente. Necesitamos una respuesta coordinada, proactiva y sostenida para mitigar el impacto de los desastres naturales.

Aumentar la conciencia y la educación pública sobre los riesgos climáticos y las medidas de prevención puede ayudar a la población a estar mejor preparada y reducir la vulnerabilidad ante estos eventos.

El peor escenario para Guerrero involucra no solo desastres naturales severos, sino también una falta de recursos y preparación adecuada para enfrentarlos.

Sin embargo, el escenario más optimista, aunque desafiante, es posible. Este escenario se basa en una respuesta institucional efectiva, pronósticos precisos y una gestión mejorada de emergencias. Con una planificación adecuada y una ejecución eficiente, podemos mitigar los impactos negativos de los fenómenos climáticos y proteger nuestras comunidades.

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