18/02/2025

Trump Recargado

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Trump Recargado

BAJO FUEGO

José Antonio Rivera Rosales

   En los albores de su gestión en la presidencia, probablemente en diciembre de 2006, Felipe Calderón recibió a un grupo de generales identificados con la línea dura del Ejército.

   El nutrido grupo de generales, la mayor parte divisionarios, le hizo una propuesta insólita: debido a operaciones de inteligencia tenían ubicados a los principales cabecillas de los cárteles del narcotráfico en todo el país.

   Con esa información debidamente corroborada, le propusieron eliminarlos físicamente para acabar de una sola vez con todos los problemas de violencia que genera el crimen organizado, pero necesitaban el visto bueno presidencial.  

   La propuesta asustó a Calderón, quien denegó la petición del generalato.

   Sin embargo, en los días posteriores lanzó una campaña -con el Ejército encabezándola- para combatir a los cárteles y su creciente imperio de violencia y muerte. Conocida como guerra antidrogas, esa campaña fue el equivalente de darle un garrotazo a un panal de avispas. La consecuencia final fueron más 122 mil  víctimas, en su inmensa mayoría inocentes.

   En el siguiente sexenio, el de Enrique Peña Nieto -quien decía que él no combatiría frontalmente al crimen organizado-, hubo un saldo fatal de 150 mil muertos.

   El sexenio de López Obrador -con su estrategia de abrazos, no balazos-  fue el peor de todos: casi 200 mil muertos y decenas de masacres

   Al final, entre los tres sexenios -Calderón, Peña y López- se contabilizan más de 400 mil muertos, equivalentes a los de un país en guerra… Con la diferencia de que México no es un país en guerra. 

   ¿Qué habría pasado si el gobierno mexicano de ese entonces hubiera aceptado la propuesta de los generales? Nadie podría saberlo, pero sin duda no tendríamos tal mortandad de mexicanos… O quizá tendríamos una revuelta.

   En todo caso parece que hay una propuesta para combatir a los cárteles a partir de su designación como organizaciones terroristas -que algunos lo son-, sólo que esta propuesta viene de Donald Trump y, por eso mismo, constituye una amenaza para la integridad del territorio mexicano.

   ¿Por qué es una amenaza? Porque está más que claro que Trump es un megalómano, criminal convicto y representante de una oligarquía ignorante y corrupta que llegó a la cima del poder en los Estados Unidos, con una táctica discursiva similar a la de Hitler.

   Así pues, no es menor la amenaza contra los mexicanos tanto en materia migratoria como en la de atacar a los cárteles.

   Para el efecto, la Casa Blanca no necesita pisar suelo mexicano: para eso cuenta con misiles que podría lanzar desde una gran altura en el momento que lo considere. La amenaza es real.

   Y para ello cuenta con el equipo de halcones que necesita, comenzando con el titular del Departamento de Estado, el cubano Marco Rubio, quien se ha distinguido por su animadversión contra China y países independientes de América Latina.

   Para la Fiscalía General el mandatario norteamericano eligio a Pam Bondi, una dura estratega legal que ha lanzado sonadas advertencias contra las drogas y los carteles mexicanos.

   Pero la joya de la corona sin duda es Pete Hegseth, con experiencia en las guerras de Afganistan e Irak y, sobre todo, experto en operaciones encubiertas. Hegseth estará a cargo de la Defensa, lo cual promete ponerse muy intetesante.

   El gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum parece no haber medido el riesgo de que el orate de Trump pueda cumplir sus amenazas -como ya comenzó al dar luz verde a la cacería de migrantes indocumentados y declarar una emergencia que no existe en la frontera sur-.

    Por lo pronto, con el arribo de Trump al poder, el gobierno de Sheinbaum debe proceder a capturar a los capos más importantes –especialmente del Cartel de Sinaloa (CDS) y del Cartel Jalisco (CJNG), identificados hasta ahora como los principales productores de fentanilo en el país-  que son, ya lo dijo la agencia antidrogas  (DEA), los principales objetivos del gobierno norteamericano.

   En todo caso, el gobierno mexicano tendría la opción de coordinarse con el vecino del norte para perseguir a los principales capos del crimen organizado con el fin de disminuir el fujo de drogas sintéticas a ese país, además de combatir otros tipos de delincuencia organizada, entre ellas el tráfico de personas, que es la más execrable de todas.

   A cambio el gobierno mexicano podría exigir a su homólogo norteamericano que se esfuerce más en la contención del flujo de armas de asalto a México, el 90 por ciento de las cuales proceden específicamente de la frontera sur de Estados Unidos, donde no existen impedimentos para adquirir armas de asalto si se cumple con un determinado procedimiento.

   ¿Se imagina usted, amigo lector, comprando en México fusiles AK 47 o Barret, sólo cumpliendo con algunos requisitos? Pues eso pasa en el país del norte, de donde fluyen a México un promedio anual de 270 mil armas cortas y largas hacia la frontera mexicana. Claro que es un manantial inagotable de armas y pertrechos para los narcos mexicanos.

   Pero el gobierno estadunidense no se inmuta por eso. Sólo están preocupados por los más de 100 mil adictos que están muriendo año con año por el consumo de fentanilo. Que se aplique la ley en las mulas de mi compadre. Para eso existe el libre comercio.

   Así las cosas, la situación es verdaderamente difícil para el gobierno mexicano, muchos de cuyos funcionarios no entienden la situación de riesgo que enfrentan tanto el gobierno como los trabajadores nacionales que, año con año, envian remesas a México por un total global de 63 mil millones de dólares.

   Si esas remesas no estuvieran aliviando la economía, sobre todo de las familias más pobres ¿qué estaríamos haciendo los mexicanos?

   Lo dejo para su reflexión.

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